Lucas es un niño de 8 años que siempre ha sentido que es diferente a sus amigos. A veces le cuesta comunicarse y entender las emociones de los demás. Un día, su maestra le explica que tiene una condición llamada autismo y que eso significa que su cerebro funciona de manera diferente. Lucas se siente confundido, pero también aliviado de saber que no está solo.
Lucas y sus padres van a ver a un especialista en autismo. El especialista le explica a Lucas y a sus padres cómo el autismo afecta su forma de pensar, sentir y relacionarse con los demás. También les enseña algunas estrategias que pueden ayudar a Lucas a sobrellevar los desafíos que enfrenta en su día a día.
El especialista le explica a Lucas y a sus padres que seguir una rutina puede ser muy útil para él. Lucas aprende que tener una rutina le ayuda a sentirse más seguro y organizado. Juntos, crean un horario diario que incluye tiempo para las actividades que le gustan y momentos de descanso.
Lucas comparte con sus amigos sobre su condición de autismo. Al principio, algunos de sus amigos no entienden muy bien qué significa eso, pero Lucas les explica de manera sencilla y ellos muestran empatía y aceptación. Se comprometen a ayudar a Lucas cuando lo necesite y a ser más comprensivos con las dificultades que pueda enfrentar.
Lucas aprende técnicas de comunicación que le ayudan a expresar sus emociones y necesidades de manera clara. Aprende a usar palabras y gestos para pedir ayuda o expresar lo que siente. Estas habilidades de comunicación mejoran su interacción con los demás y fortalecen sus relaciones.
Lucas descubre que ser autista también tiene sus fortalezas. Tiene una forma única de pensar y ver el mundo, lo que le permite tener ideas originales y creativas. Lucas se siente orgulloso de sus habilidades y su familia y amigos también lo celebran. Juntos, aprenden a valorar y respetar las diferencias de cada persona.
Lucas descubre su condición de autismo y aprende a aceptarse y comprenderse a sí mismo.