Princesa Iris, con su vestido de purpurina y su cabello dorado como el sol, vivía en un castillo enorme. Su mejor amigo era Leo, un niño con una sonrisa traviesa y un corazón aún más grande. Un día, jugando en el jardín del castillo, descubrieron una puerta escondida detrás de una fuente. Era una puerta pequeña, de madera antigua, con una extraña cerradura.
Leo, muy curioso, intentó abrirla con una ramita. No funcionó. Iris probó con una llave pequeña que llevaba en su bolsillo. Tampoco. “Quizás necesitamos una llave especial”, dijo Iris, pensando con entusiasmo.
Decidieron buscar pistas. Preguntaron a la vieja señora Rosita, la cocinera del castillo, y a Tito, el amable jardinero. Rosita les contó una leyenda sobre un jardín mágico, escondido detrás de esa puerta, y que se abría solo para aquellos que eran honestos consigo mismos. Tito les dijo que había visto un pájaro azul con una pluma brillante cerca de la fuente.
Siguieron buscando la pluma del ave azul. Buscaron debajo de los rosales, detrás del cobertizo, en el estanque. Finalmente, la encontraron en la rama de un árbol viejo y retorcido. La pluma era realmente brillante y tenía una pequeña cerradura ¡Qué sorpresa! Con mucho cuidado, la intentaron usar en la puerta. ¡Funcionó!
El jardín mágico era maravilloso. Lleno de flores gigantes, árboles que cantaban, y animales que hablaban. Un pequeño conejo blanco les saludó. “¡Bienvenidos!”, dijo el conejo. “Para entrar en el jardín mágico, debéis superar una prueba.” Les explicó que tenían que decir tres cosas buenas y tres cosas que podrían mejorar de sí mismos, cada uno.
Iris, al principio, dudó. Pensó en sus habilidades para bailar y cantar y su generosidad con Leo. Luego, reflexionó sobre su impaciencia a veces y su necesidad de ser más organizada. Leo pensó en su valentía al ayudar a los demás, su inteligencia y su buen humor. También admitió que era un poco desaliñado y que algunas veces necesitaba concentrarse más.
El conejo sonrió. “¡Lo habéis conseguido! Sois honestos con vosotros mismos. Este jardín es un regalo para aquellos que se aceptan y se esfuerzan por mejorar.” Pasaron la tarde jugando, riendo, conociendo nuevos amigos. Aprendieron que aceptarse a uno mismo con sus virtudes y debilidades, era la clave para la felicidad.
Al atardecer, la puerta mágica se cerró. Iris y Leo regresaron al castillo, más felices que nunca. Habían descubierto un tesoro más valioso que las joyas: el valor de la honestidad consigo mismos. Al día siguiente, en la escuela, compartieron su aventura con sus amigos. Todos admiraron su valentía.
Moral y tema de La Princesa Brillante y el Secreto del Jardín Mágico
- La moraleja de la historia es La honestidad consigo mismo es la clave para la felicidad y el crecimiento personal.
- El tema de la historia es Autoaceptación y crecimiento personal
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